‘El Mayo’, el capo invisible
Ciudad de México.- Tras una carrera delictiva a la sombra de otros líderes del narcotráfico, Ismael Zambada supo hacer alianzas y beneficiarse de las caídas de los jefes sinaloenses de la droga, desde Lamberto Quintero hasta ‘Los Chapitos’, pasando por Amado Carrillo, los Arellano Félix y Joaquín Guzmán Loera.
Según testimonios, supo hacer más dinero que ellos y conservar su independencia.
A algunos de sus cómplices les llamaba la atención que ciertos traficantes de drogas fueran vistos como los grandes capos de la época, cuando había un personaje que desde una aparente posición secundaria era más rico que ellos: Ismael “El Mayo” Zambada.
El ex Capitán del Ejército Gustavo Tarín Chávez, el testigo “estrella” de la Guerra Sucia contra los generales Francisco Quirós Hermosillo y Arturo Acosta Chaparro, pensaba que “El Mayo” era más inteligente, por aprovecharse del nombre o la “marca” de los narcotraficantes más mediáticos, hacer más dinero que ellos y conservar su independencia.
La ocasión en que se refirió al culiacanense en esos términos fue en una declaración que rindió el 18 de noviembre de 1999, en calidad de testigo protegido con el nombre clave “Alfredo”, ante el Agregado Legal adjunto de la PGR en Texas.
“Otro jefe de la organización del ‘Cártel de Juárez’, que también trabajaba independiente a Amado Carrillo Fuentes, era Ismael ‘El Mayo’ Zambada, quien operaba y ‘movía’ cocaína en la zona del Pacífico, esto es, en los estados de Sinaloa y Sonora. Ismael Zambada trabajaba conjuntamente con Blas Fuentes, a quien también se conocía como Rodolfo Carrillo Fuentes. Los dos operaban esta región del País”, relató.
“La relación entre Ismael Zambada y Amado Carrillo Fuentes se presentaba porque ‘El Mayo’ aprovechaba las relaciones del ‘Cártel de Juárez’ para realizar sus operaciones, aunque yo creo que Ismael Zambada tenía más dinero que Amado Carrillo Fuentes.
‘El Mayo Zambada’ también era compadre de Amado Carrillo Fuentes, pero no le entregaba dinero por ningún concepto, en realidad, ‘El Mayo’ Zambada, al igual que ‘El Azul’ (Juan José Esparragoza Moreno) aprovechaban el nombre de Amado Carrillo Fuentes y, de manera inteligente, permanecían en segundo o tercer término.
“Sabían que de esta manera no peligraban tanto como si aparecieran como los jefes del cártel. Así han venido operando, por eso han tenido una permanencia importante en el mundo del narcotráfico, pero estoy seguro que tanto ‘El Mayo’ como Juan José Esparragoza Moreno “El Azul” son más ricos de lo que Amado Carrillo fue en su tiempo”.
Tarín trató durante años con los principales traficantes de Sinaloa y sus dichos llevaron a la cárcel a Quirós y Acosta. Uno de ellos murió en prisión y el otro año después fue liberado.
No son pocos los testimonios o documentos de inteligencia que consideran a Zambada como el más cuidadoso y disciplinado de los capos, ajeno a la ostentación y los alardes, no obstante que fue vinculado con las mayores operaciones de trasiego de cocaína en lo que va del siglo.
Tampoco era dado a la violencia indiscriminada y siempre cuidó que su nombre fuera inexistente en cualquier base de datos financiera o gubernamental. Con su rostro pasaba algo similar: las autoridades obtuvieron su fotografía hasta los años 90 y después no hubo más de una por década, cuando mucho.
De “El Mayo” tampoco existe noticia de que combatiera legalmente las órdenes de aprehensión o de detención provisional con fines de extradición. Nunca se defendió con amparos ni demandas de nada, todo lo dejó pasar. A lo que siempre apostó fue a infiltrar y obtener información anticipada de los planes del Gobierno, al grado de ser considerado como el operador más importante del espionaje de los traficantes sinaloenses.
Pero quizá su rasgo definitorio sea el pragmatismo. Cuando debió estar con los Arellano Félix, estuvo con ellos, como después estuvo bajo la sombra de los Carrillo Fuentes y más tarde de los Beltrán Leyva y los Guzmán Loera, los apellidos predominantes en cada época.
Nunca le importó sacrificar relaciones de compadrazgo y amistades de décadas, cuando eso le significara un beneficio. Y, quizá también por eso, nunca fue detenido en México durante 60 años de traficar drogas.
Albino Quintero Meraz, uno de los grandes capos sinaloenses de los años 90, alguna vez relató que “El Mayo” tenía un estilo particular de usar la violencia contra sus enemigos. Primero investigaba y después, si era conveniente, podía darle una segunda oportunidad a sus posibles víctimas para evitar la muerte.
Si no aceptaban la “oferta”, que por lo general consistía en cambiar de bando, Zambada solía ser implacable.
A principios de 2002, el capo pretendía matar a Miguel Ángel Barraza Rodríguez, ex agente del Instituto Nacional de Combate a las Drogas (INCD) de la PGR, porque aparentemente estaba “trabajando” para los Arellano Félix, ahora sus enemigos mortales.
Había escuchado que Barraza era cómplice de Gilberto Higuera Guerrero “El Gilillo” y Efraín Pérez Pasuengo “El Efra”, operadores del Cártel de Tijuana.
Por eso pidió a Javier Torres Félix, “El JT”, su mano derecha en aquellos tiempos, que contactara a Albino Quintero, quien era compadre de Barraza. “El JT” resolvió muy pronto el encargo, porque Albino es su primo.
Entre el 20 y 22 de febrero de ese año, “El Mayo” recibió a Albino en una casa de la Colonia Las Quintas, en Culiacán. Le dijo que le urgía ver al ex agente del INCD para “aclarar” si tenía contacto con los operadores de los Arellano Félix.
Al día siguiente, Albino mandó a llamar a su compadre y lo llevó a la misma casa para hablar con Zambada. Eso lo cuenta el propio Quintero en el testimonio que rindió el 26 de mayo de 2002 en la PGR.
“En esa entrevista ‘El Mayo Zambada’ le preguntó por ‘El Gilillo’, ‘El Efra’ y los hermanos Arellano Félix, a lo que Miguel Barraza le contestó que sí conocía a ‘El Gilillo’ y ‘El Efra’ pero no a los hermanos Arellano Félix, preguntándole también que cuál era el negocio que tenía con ellos. Miguel Barraza le dijo que él no era gatillero ni cruzador ni nada, que sólo le corría unos carros a ‘El Gilillo’ y le arreglaba comandantes como Yankis, Federales de Caminos y de la FEADS para que le dieran protección a ‘El Gilillo’ y ‘El Efra’, pero lo hacía por la fuerza, pues si no lo mataba”, refiere el testimonio de Albino.
“Eso le dijo Miguel Barraza a ‘El Mayo Zambada’, por eso ‘El Mayo Zambada’ le advirtió a Miguel Barraza que no quería que tuviera tratos con ellos y que lo respetaba nada más porque era compadre mío, pero que si se enteraba que seguía trabajando con ‘El Gilillo’ y ‘El Efra’, tomaría la decisión de matarlo”.
El encuentro terminó a las 19:00 horas. Antes de despedirse, “El Mayo” le dijo a Albino que “deberían estar más unidos”. Con cierta displicencia, éste respondió que, para cualquier cosa, le hablara por medio de “El JT”. Después de esa ocasión, los capos nunca volvieron a verse.
“El Mayo” se conformó y decidió en aquel momento no ordenar la ejecución Barraza.
Pero después de un tiempo, parece que el compadre de Albino no entendió la advertencia, porque el 20 de noviembre de 2003, año y nueve meses después de la reunión, fue ejecutado en Mexicali.
A fines del sexenio de Luis Echeverría e inicios del de José López Portillo, el Gobierno federal arrasó con el orden establecido y las figuras dominantes de la época en el tráfico de drogas.
No sólo fue la Operación Cóndor, un despliegue militar sin precedente lanzado en enero de 1977 contra la producción, procesamiento, tráfico y comercialización de mariguana y amapola en el Triángulo Dorado, en el norte del País.
Entre 1975 y 1978 también fueron detenidos el capo cubano-americano Alberto Sicilia Falcón, así como los traficantes mexicanos Salvador Chávez Nájera, María Luisa Beltrán Félix -madre de Sandra Ávila Beltrán “La Reina del Pacífico”-, Guillermo Rivera Beltrán y Jorge Favela Escobosa.
Además, fueron abatidos Pedro Avilés Pérez, “El Gallo de Sinaloa”, y Lamberto Quintero Payán, dos de los líderes del narcotráfico más afamados de la década. De alguna o otra manera, todos ellos tenían un grado de vinculación.
Las nuevas figuras que surgieron tras este desmantelamiento fueron Miguel Ángel Félix Gallardo, Ernesto Fonseca Carrillo “Don Neto” y Rafael Caro Quintero.
El clan de los hermanos Quintero Payán, a pesar de la baja de su líder Lamberto, logró reacomodarse en el nuevo orden, bajo la tutela de su sobrino Caro Quintero, quien -al igual que ellos- es originario de Badiraguato, Sinaloa.
En esta rama familiar había un grupo de traficantes que encabezaba José Inés Calderón Quintero “El Ingeniero” y del que eran parte Baltasar Díaz Vega “Don Balta”, su hijo Javier Díaz Medina, Manolo Rico Sánchez, Juan Carlos Gómez y Armando López Esparza “El Rayo”.
El otro miembro de la cuadrilla era un traficante nacido el 1 de enero de 1948 en el poblado de Quilá, Municipio de Culiacán, cuyos giros legales eran la agricultura y la ganadería: Ismael Zambada García, “El Mayo”.
Algunos registros hemerográficos sitúan en los años 60 los inicios de Zambada en actividades ilegales, bajo el mando de Lamberto Quintero, asesinado en 1975.
De las pocas cosas que “El Mayo” dijo sobre su persona, cuando habló con el periodista Julio Scherer, es que a los 16 años empezó en el narcotráfico.
Gracias a los contactos de Félix Gallardo y los Quintero Payán en Sudamérica, este grupo fue partícipe del boom de la cocaína iniciado en la segunda mitad de los años 70 y que ellos se encargaron de transportar por toda la costa del Pacífico, hasta California.
A principios de los años 80, “El Mayo” pasaba temporadas en Guadalajara, Culiacán y Tijuana, supervisando las operaciones de “El Ingeniero” y “Don Balta”.
El crimen del agente de la DEA Enrique Camarena, en 1985, puso en la mira a sus jefes inmediatos y fue el inicio del fin para Félix Gallardo, Caro Quintero y Fonseca Carrillo, quienes detentaban el control del tráfico de drogas bajo una estructura similar a un monopolio.
En 1985 no sólo fueron detenidos Caro y Fonseca en Costa Rica, los estadounidenses también acusaron a Inés Calderón de haber contratado el avión en que huyeron los dos capos y de comprar una finca cafetalera de 800 mil dólares para ocultarlos en el país centroamericano.
Félix Gallardo, con mayores conexiones políticas que sus socios, fue capturado hasta 1989 en Guadalajara.
Ninguno de los capos fue extraditado en ese entonces por el Caso Camarena -hoy Caro Quintero es el único que litiga contra su entrega-, mucho menos los mentores de Zambada. Calderón fue ejecutado en 1988 en Culiacán y “Don Balta” en 1995 en la Ciudad de México.
Aunque algunas versiones señalan que “El Mayo” habría participado en el traslado del piloto Alfredo Zavala, a la casa donde fue torturado y asesinado junto con Camarena en Guadalajara, la justicia estadounidense nunca presentó cargos contra Zambada -entonces de 37 años- por el homicidio.
El asesinato del estadounidense desbarató el sistema y las reglas bajo las que venía operando el narcotráfico durante la década anterior.
Una versión muy repetida por varios informantes de las autoridades es que, tras su captura, Félix Gallardo pidió a todos sus operadores reunirse en un cónclave en Acapulco para repartir las plazas y operar en paz. Félix Gallardo, por su parte, asegura que esa división territorial en realidad la hizo Guillermo González Calderoni, ex jefe de la Policía Judicial Federal de la PGR.
A fines de los años 80, Zambada se acercó a los Arellano Félix, favoritos de Félix Gallardo y ahora jefes absolutos del narcotráfico en Tijuana, como resultado de la aparente repartición de plazas de 1989.
“El Mayo” le pidió a Benjamín Arellano Félix, también culiacanense, ser el padrino de bodas de su hija María Teresa Zambada Niebla, quien contraería nupcias con Javier Díaz Medina, hijo de Baltasar Díaz Vega “Don Balta”.
También quiso consolidar la relación pidiéndole apadrinar el bautizo de su hijo Serafín Zambada Ortiz, nacido en 1990 en San Diego California.
El compadrazgo era más que conveniente para Zambada, porque en aquel entonces pagaba a los Arellano una comisión por cada cargamento que cruzaba a Estados Unidos.
Años más tarde, cuando fue detenido en Puebla, Benjamín diría lo que en su opinión era Zambada por aquellos tiempos.
“En ese entonces (los años 80), ‘El Mayo’ era sólo un gatito”, dijo con desdén el capo, en un interrogatorio practicado y grabado por José Luis Santiago Vasconcelos, Genaro García Luna y Luis Cárdenas Palomino, el 9 de marzo de 2002.
Benjamín Arellano, sin embargo, en un principio tenía una buena relación con su paisano.
Quien descompuso el vínculo entre los compadres fue Ramón Arellano Félix, el más violento de los hermanos.
Las versiones coinciden en que todo empezó en una fiesta en el Club Britania de Tijuana, unos dicen que se celebraba el bautizo de una hija de Benjamín en 1988 y otros que el evento era el cumpleaños de “El Mayo”, el 1 de enero de 1989.
Al festejo llegó Armando López Esparza “El Rayo”, viejo amigo de Zambada desde los años 70, acompañado de una mujer. López estaba borracho y empezó a hacer desmanes porque le impidieron el acceso, ya que no llevaba invitación.
Ramón Arellano salió del salón y, sin pensarlo, le dio un disparo en la cara a López para acabar con el problema. Ya en el suelo, lo remató.
A pesar de que López era un viejo socio, esa noche “El Mayo” no rompió con los Arellano.
Pero el crimen abrió otro frente para los jefes de plaza en Tijuana. Para Joaquín “El Chapo” Guzmán, según sus primeras palabras ante la PGR, “El Rayo” era como un “hermano”.
En lo que parece ser una represalia por su muerte, el 26 de febrero de 1990 un grupo de sicarios ametralló una camioneta en la que viajaban Benjamín y Zambada en Tijuana. Ambos lograron salir ilesos.
Jesús Blancornelas, fundador del Semanario Zeta, relata en una de sus crónicas que, en ese mismo año, Ramón Arellano llamó a tres de sus sicarios y les ordenó ejecutar a “El Mayo”, porque se negaba a pagarles una deuda de 20 millones de dólares por el paso de droga a Estados Unidos. Uno de ellos era Lino Portillo Cabanillas, de los más confiables para cumplir sus órdenes.
Benjamín aparentemente estaba en desacuerdo, porque sabía lo que significaba matar a Zambada, un rompimiento total con facciones criminales de Sinaloa.
Ramón siguió adelante con el plan, pero fracasó, porque el día en que fueron tras el capo, dos de los sicarios se hicieron de palabras y uno mató a otro dentro del vehículo y ocasionó un choque.
Ese día finalmente los compadres rompieron lanzas para siempre. Zambada se fue de Tijuana y Ramón Arellano ofreció una recompensa de un millón de dólares y una tonelada de mariguana a quien lo matara, de acuerdo con esta versión.
La ruptura con los Arellano Félix hizo que “El Mayo” se replegara con su otro compadre, Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Los Arellano doblaron su apuesta y la madrugada del 29 de mayo de 1992 detonaron coches bomba afuera de dos residencias de los fraccionamientos Las Quintas y Colinas de San Miguel, en Culiacán. La primera era una casa de “El Chapo” y la segunda de “El Mayo”.
La respuesta fue un ataque armado contra Benjamín y Francisco Javier Arellano “El Tigrillo” en la discoteca “Christine” de Puerto Vallarta, el 8 de noviembre de 1992, emboscada en la que también se señaló como responsable a Héctor “El Güero” Palma, compadre de “El Chapo”.
La operación de “El Chapo” y “El Mayo” fue breve, porque cuando la guerra entre las bandas sinaloenses estaba en todo su apogeo, un magnicidio otra vez vino a cambiar todo el tablero de los traficantes.
El 24 de mayo de 1993 el Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo fue asesinado cuando llegaba al Aeropuerto Internacional de Guadalajara, en un fuego cruzado entre los Arellano y “El Chapo”, según las autoridades federales.
Esta fue la primera vez que el nombre de Zambada fue difundido por la prensa nacional, al aparecer en una de las investigaciones de más alto perfil de la PGR.
En su primer informe del Caso Posadas, la Procuraduría lo señaló como socio de “El Chapo”. El documento contenía fotografías de todos los traficantes que estaban en disputa, excepto la de Zambada. La autoridad en aquel tiempo sólo tenía su retrato hablado.
El crimen del purpurado desató una persecución que llevó a las capturas de Guzmán Loera en Guatemala y de Francisco Rafael Arellano Félix en Tijuana, el 9 de junio y el 4 de diciembre del mismo año.
“El Mayo” ahora tenía una visibilidad a la que nunca había estado expuesto, al mismo tiempo que los Arellano lo acechaban. Caído “El Chapo”, ahora Zambada buscaría el cobijo de otro de sus compadres, la mayor celebridad del narcotráfico en los años 90.
A mediados de los años 90, los traficantes y comandantes que trataban con Amado Carrillo Fuentes “El Señor de los Cielos”, decían que el capo siempre estaba acompañado de su hermano Vicente “El Viceroy” y su compadre Ismael “El Mayo” Zambada.
Los sinaloenses se conocían desde dos décadas atrás y ahora se reencontraban porque compartían los mismos enemigos.
En junio de 1995 Amado citó en el departamento 6-A del edificio de Chalchihui 215, en Bosques de Las Lomas de la Ciudad de México, a Jaime Olvera Olvera, comandante de la Policía Judicial Federal de la PGR.
El motivo de la reunión era organizar un plan para adquirir equipos de espionaje y vigilar a los hermanos Arellano Félix; según Olvera, en esa ocasión Carrillo también convocó al subdelegado de la PGR en Tijuana, Ernesto Ibarra Santés.
“En esa ocasión se encontraba en el departamento Amado Carrillo Fuentes y ‘El Mayo Zambada’, aproximadamente a las 22:00 horas llegó Eduardo Mancera ‘N’, dos agentes de los que no supo el nombre, al parecer escoltas de un tercer sujeto, que posteriormente se enteró se llamaba Ernesto Ibarra Santés”, relató Olvera en su testimonio del 17 de abril de 1998, cuando ya era testigo protegido.
Un mes después, Olvera volvió a ser requerido por “El Señor de los Cielos”, esta vez en un lugar que conocían como “La casa de los perros”, aparentemente por el rumbo de Cuajimalpa. Otra vez “El Mayo” estaba junto a Amado.
En esa ocasión, el líder del Cártel de Juárez había contratado a unas prostitutas brasileñas para Ibarra Santés, a quien dijo “escoja la que quiera o las que quiera, porque son para usted”. Ibarra le agradeció, pero no aceptó. Le expresó que sólo había ido a entregarle un informe de las llamadas telefónicas interceptadas a los Arellano.
Casi todos los que concurrieron a esos encuentros están muertos. El 13 de septiembre de 1996 Ibarra fue ejecutado cerca del Parque Hundido; el 4 de julio de 1997 Amado Carrillo falleció en Polanco y el 11 de septiembre de 1998 Olvera fue asesinado en Ciudad Nezahualcóyotl. “El Mayo” fue la excepción.
El capo Albino Quintero Meraz también recordó haber conocido a Zambada junto con Amado Carrillo. En las dos ocasiones en que vio a “El Señor de los Cielos” en los años 90, “El Mayo” estaba con él.
“Por cuanto hace a Ismael Zambada García ‘El Mayo Zambada’, lo conocí la ocasión en que me presentaron a Amado Carrillo Fuentes, pues estaba en la misma casa, lo miré esa vez, otra vez que fue a Cancún de paseo y se entrevistó con ‘Metro’ (Alcides Ramón Magaña) en 1997, más o menos; lo volví a ver en Cuernavaca, cuando fui a visitar a Amado Carrillo Fuentes, aunque no platiqué con ‘El Mayo Zambada’ ni hice negocios con él”, declaró el 26 de mayo de 2002.
La relación con Amado Carrillo parece haber catapultado la figura de “El Mayo” en el mundo del narcotráfico.
Esa fue la época en que su rancho El Alacrán, en la sindicatura de El Salado, en Culiacán, se convirtió en una especie de oficina en la que Zambada despachaba y recibía a militares y funcionarios.
Y esas relaciones son las que le hicieron también ganarse a Amado Carrillo.
El 4 de enero de 1997 Zambada recibió una llamada telefónica urgente del Mayor del Ejército Wilfrido Soto Conde. Era para avisarle que los soldados de la Novena Zona Militar de Culiacán estaban por llegar a la boda de Aurora Carrillo Fuentes, en el poblado de Guamuchilito, para capturar a su hermano “El Señor de los Cielos”.
“El Mayo” transmitió de inmediato el valioso aviso y Amado logró escapar del Ejército, apenas unos minutos antes de su arribo.
Los documentos judiciales de este caso refieren que luego Zambada envió a su abogado José María Fermín Duarte para pagarle 200 mil dólares a Soto Conde, quien junto con los Capitanes Luis Rey Abundis Murga y Rigoberto Silva Ortega, estaban en su nómina. Todos estos militares terminaron en la cárcel.
En esos días de principios de 1997, Amado Carrillo contactó a Arturo Guzmán Loera, “El Pollo”, quien se había hecho cargo de las operaciones de su hermano “El Chapo”, a partir de su captura en Guatemala. Carrillo le comunicó que vería al General Jesús Gutiérrez Rebollo, recién nombrado titular del Instituto Nacional de Combate a las Drogas de la PGR.
“El Mayo” Zambada, Juan José Esparragoza Moreno “El Azul”, Héctor y Arturo Beltrán Leyva “El Barbas”, Ignacio “Nacho” Coronel y “El Pollo”, habían acordado reunir 100 millones de dólares para que Carrillo los entregara al General.
Esta versión proviene del testimonio de Marcelo Peña García, testigo protegido con el nombre clave “Julio” y hermano de Blanca Estela, una de las ex parejas sentimentales de “El Chapo”.
El 5 de febrero de 1997 el General Gutiérrez Rebollo fue detenido por sus tratos con “El Señor de los Cielos”. Su captura frustró la cooperación que harían los sinaloenses para el soborno, según Peña García.
“Después supe que no se concluyó dicha negociación y que le habían adelantado solo 10 millones de dólares”, dijo el testigo.
A la caída del General, siguió la muerte de “El Señor de los Cielos” en un hospital de Polanco, durante una operación de liposucción y reconstrucción facial, el 4 de julio de 1997. Fue el preludio de la ofensiva gubernamental contra los traficantes sinaloenses.
El 17 de enero de 1998, la jueza federal Olga Sánchez Contreras giró las primeras órdenes de aprehensión en lo que se convertiría el expediente judicial más importante de la historia en el combate al crimen organizado en México.
Era el caso denominado “Maxiproceso”, por el que se ordenaron las capturas de más de 100 funcionarios, empresarios, militares, policías y los principales capos sinaloenses y sus operadores.
Después de 30 años en el tráfico de drogas, fue en este expediente en el que se giró la primera orden de aprehensión contra “El Mayo” Zambada, quien se convirtió oficialmente en prófugo de la justicia hasta los 50 años de edad. La acusación era por delitos contra la salud y delincuencia organizada.
El 9 de marzo de 1998, el Fiscal Antidrogas Mariano Herrán Salvatti anunció recompensas de 4 millones de pesos por información para capturar a los 10 principales líderes del narcotráfico en el País.
“El Mayo” estaba en la lista y era la primera vez que el Gobierno le ponía un precio a su cabeza.
La relación con Amado Carrillo le abrió las puertas a Zambada a un negocio cuyos volúmenes nadie manejaba por aquellos años.
“El Mayo” fue uno de los que, gracias a su compadre, traficó cargamentos de cocaína en Quintana Roo, en tiempos del Gobernador Mario Villanueva. Eso dice José Alfredo Ávila Loureiro, cuñado de Alcides Ramón Magaña, “El Metro”, operador de “El Señor de los Cielos” en la Península de Yucatán.
“De ‘El Mayo’ Zambada se recibían lanchas cargadas con cocaína en las costas de Quintana Roo, por instrucciones de Amado Carrillo Fuentes. Al ‘Mayo’ Zambada lo llegué a ver varias veces en Cancún, acompañado de su yerno Javier Díaz, negociando con Alcides Ramón Magaña”, contó Ávila, en un testimonio que rindió el 21 de diciembre de 1998 en Texas, como testigo protegido con clave de identidad “Enrique”.
Después de la muerte de Amado Carrillo, “El Mayo” ya no tenía otro compadre poderoso, pero sí sabía a quién debía acercarse.
Zambada conocía al menos desde la década anterior a los hermanos Beltrán Leyva, uno más de los clanes sinaloenses de Badiraguato y que estaba en ascenso a fines de los años 90. No eran sus amigos, pero tampoco sus enemigos.
Aunque para entonces ya era un veterano en el negocio de las drogas a gran escala, “El Mayo” afianzó con ellos una alianza que le dio cobijo a “El Chapo”, tras su primera fuga, el 19 de enero de 2001 del Penal de Occidente, en Jalisco.
Con la transición política del año 2000, surgieron reportes que sugerían que los Beltrán Leyva eran la facción con mejores relaciones públicas en el nuevo Gobierno.
Se difundieron conversaciones telefónicas interceptadas de Héctor Beltrán, “El H”, y Nahum Acosta Lugo, funcionario del área de giras de la Presidencia de Vicente Fox, y se revelaron vínculos de este grupo criminal con el mando de la AFI Domingo González Díaz, el primer indicio delictivo en el círculo inmediato de Genaro García Luna.
A inicios de siglo, la sociedad de Zambada con los Beltrán, “El Chapo” e Ignacio “Nacho” Coronel era vista como la más poderosa en el tráfico de drogas, tanto en México como en Estados Unidos. Las autoridades, sin embargo, advirtieron la relevancia del primero.
Dos de las principales acciones policiales lazadas a inicios del gobierno foxista fueron contra las operaciones de “El Mayo”.
En el 2002 el Ejército y la PGR desmantelaron una red de infiltrados en dependencias de seguridad que desde 1996 proporcionaba información a “El Mayo” y Arturo Hernández “El Chaky”, operador de Amado Carrillo; y en 2003 la Operación Trifecta llevó a la captura de Manuel Medina Campas, responsable de los narcotúneles de Zambada en la frontera con Arizona.
Como secuela, el 21 de noviembre de 2003 la DEA lanzó una campaña en Estados Unidos para localizar a Zambada, con grandes anuncios colocados en carreteras de Arizona, donde tenían la sospecha que había ingresado con una identidad falsa.
Convertido en uno de los traficantes más poderosos, a principios de siglo “El Mayo” cobró las facturas pendientes con los Arellano Félix. Mucho del debilitamiento de este grupo criminal fue consecuencia de acciones sistemáticas que emprendió Zambada.
Oscar Eduardo Gómez Angarita, “El Ronco”, un colombiano que se convirtió en el testigo protegido “Raúl”, declaró a la PGR que “El Mayo” ordenó secuestrar a integrantes de la banda de los Arellano y los obligó a citar a sus cómplices para matarlos.
También ejecutó a amigos y familiares de sus enemigos y, finalmente, ordenó el asesinato de Alfredo de la Torre, el director de Seguridad Pública de Tijuana, el 27 de febrero del 2000. El comandante era compadre de Ismael Higuera Guerrero, “El Mayel”, operador de los Arellano.
“En el mes de marzo de este año me comentó ‘El Mayel’ que habían matado a su compadre que había sido Director de la Policía Municipal, mencionando que había sido su enemigo ‘El Mayo’ Zambada y que esta persona también era responsable de otras muertes que habían ocurrido en Tijuana en los meses que lleva este año y que estas personas de parte de ‘El Mayo’ también habían matado a un primo de su señora que trabajaba en Gobernación y a otra persona que acompañaba a este y que también trabajaba para ‘El Mayel’, a estos los mataron casi enfrente del Hotel Conquistador, sobre el Boulevar Agua Caliente”, relató Gómez Angarita, el 25 de mayo del 2000.
Con el debilitamiento de cobertura de protección, el 3 de marzo del 2000 fue detenido “El Mayel”.
Ramón Arellano Félix, “El Mon”, el violento jefe de sicarios que años atrás había puesto precio a su cabeza, también perdió la partida con “El Mayo”.
Contrató a un grupo de sicarios para ejecutar a Zambada en el Carnaval de Mazatlán, pero su plan llegó a oídos del capo en forma anticipada y el 10 de febrero de 2002 Ramón murió en un tiroteo con la Policía Ministerial en el puerto turístico.
Benjamín Arellano Félix, el líder de la organización y compadre de “El Mayo”, fue detenido el 9 de marzo del mismo año en Puebla y desde entonces está preso.
Zambada tardaría algunos años en cerrar el círculo. El 18 de octubre de 2013 un sicario disfrazado de payaso asesinó a Francisco Rafael Arellano Félix en la celebración de su cumpleaños en Los Cabos.
Las autoridades dijeron que el autor intelectual del crimen era José Rodrigo Aréchiga Gamboa “El Chino Ántrax”, jefe de sicarios de “El Mayo”, quien fue ejecutado el 15 de mayo de 2020 en Culiacán.
El 11 de septiembre de 2004 un grupo de sicarios de “El Chapo” ejecutaron en Culiacán a Rodolfo Carrillo Fuentes, “El Rodolfillo”, hermano de “El Señor de los Cielos”.
A pesar de que “El Rodolfillo” era su amigo y socio en negocios de droga desde una década antes, “El Mayo” no tomó partido por el clan de Navolato. El crimen de Carrillo tuvo como respuesta el asesinato de Arturo “El Pollo” Guzmán, hermano de “El Chapo”, en el interior del Penal del Altiplano, el 31 de diciembre del mismo año.
Este no sería el último deslinde que haría “El Mayo” de alguno de sus antiguos socios.
El 21 de enero de 2008, el Ejército capturó en Culiacán a Alfredo Beltrán Leyva, “El Mochomo”, miembro de la familia con la que “El Mayo” mantenía una alianza desde la muerte de Amado Carrillo.
La captura fue considerada por los Beltrán como una traición y producto de una delación de “El Chapo”. La represalia fue el asesinato de Édgar Guzmán López, el hijo del capo, el 9 de mayo de 2008 en Culiacán.
La captura de “El Mochomo” desató una guerra sin precedente en la que decidió apoyar a su compadre y no a sus socios con los que había hecho grandes negocios en el transporte de cocaína, antes y después de la fuga de “El Chapo”.
Los dos desmarques de “El Mayo” en el fondo siempre fueron lo mejor para sus intereses, porque apostó al caballo ganador.
Entre el 2001 y el 2009, el Gobierno federal aseguró más de 50 toneladas de cocaína, transportadas en una treintena de embarques organizados por Manuel Beltrán Félix, “El Ondeado”, operador de Zambada García.
La droga asegurada en los buques Macel, Juan Alejandro, Caracol III, San Pascual y Polar I, en distintos porcentajes, eran inversiones de “El Mayo”.
El capo también tuvo participación en el aseguramiento de 23.5 toneladas de cocaína en la Aduana de Manzanillo, el 30 de octubre de 2007, la mayor incautación de la historia en este tipo de alcaloides.
Agentes investigadores dijeron que, para costear cargamentos de gran volumen y economizar el transporte marítimo, “El Mayo” invitaba a otros capos sinaloenses para que invirtieran en un porcentaje de la droga.
En la guerra entre los Guzmán y los Beltrán, Zambada no equivocó la apuesta. El Gobierno de Felipe Calderón desmanteló la mayor parte de la estructura de mando de los Beltrán Leyva.
En esa lucha, “El Mayo” no fue un protagonista visible, pero sí su hermano Jesús “El Rey” Zambada, un traficante que operaba en la Ciudad de México y que actuó igual que Ismael contra los Arellano, dos décadas antes: hizo mancuerna con las autoridades para disminuir a su enemigo.
Los expedientes de la Operación Limpieza, la ofensiva de 2008 contra las redes gubernamentales de los Guzmán y los Beltrán, revelaron que “El Rey” espiaba a sus rivales y entregaba la información a Édgar Enrique Bayardo del Villar, comandante de la Policía Federal.
Varios golpes y capturas que anunció Genaro García Luna contra los Beltrán Leyva tenían su origen en la contrainteligencia proporcionada por “El Rey” Zambada, según las causas penales.
Si bien casi todos los hermanos Beltrán Leyva murieron o fueron detenidos, los Zambada no salieron invictos de esta guerra. El 20 de octubre de 2008 “El Rey” fue detenido; el 19 de marzo de 2009 también fue capturado Vicente Zambada Niebla “El Vicentillo”, hijo de “El Mayo”, y el 1 de diciembre de 2009 Bayardo fue ejecutado.
Después de la contienda, el liderazgo de “El Chapo” y “El Mayo” parecía indiscutible en Sinaloa, aunque no fue una situación que perdurara. La captura, fuga, recaptura y extradición de “El Chapo” entre 2014 y 2017, dejó a Zambada como el único líder de la vieja guardia.
Eso ocurrió cuando el capo ya estaba a punto de cumplir los 70 años y traía a cuestas cinco órdenes de aprehensión en México y una orden de detención provisional con fines de extradición a Estados Unidos.
También ocurrió cuando su familia ya había pagado un costo. Su hermano Vicente había sido ejecutado en 1997 en Cancún; su otro hermano, Jesús, detenido en 2008 en la Ciudad de México y extraditado; su sobrino Jesús Zambada Reyes, aparentemente se suicidó el 20 de noviembre de 2009 en una casa de arraigo de la PGR.
Tres de sus hijos también fueron a la cárcel, aunque todos negociaron y hoy están en libertad: Vicente Zambada Niebla “El Vicentillo”, Ismael Zambada Imperial, “El Mayito Gordo” y Serafín Zambada Ortiz.
Tras la extradición de “El Chapo”, sus hijos “Los Chapitos” -hoy la facción más beligerante- y Dámaso López Núñez “El Licenciado” iniciaron una guerra por la primacía que arrastró a otras facciones sinaloenses como los Caro Quintero.
“El Mayo” ya no pudo detener este pleito e incluso lo trataron de matar junto con los hijos de Guzmán Loera, en una reunión en la que aparentemente iban a negociar con “El Licenciado”, el 4 de febrero de 2017, según una carta que se atribuyó a “Los Chapitos”.
Debilitado, Zambada desapareció del escenario y no volvió a ser referido por las autoridades hasta junio pasado, cuando la DEA dijo que su liderazgo estaba bajo cuestionamiento, debido a su mal estado de salud. Más tarde, se difundió una fotografía en la que aparece con un catéter de hemodiálisis debajo de la clavícula.
Su captura, en circunstancias aún poco claras, es el fin de la vieja guardia en el tráfico de drogas.