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Lucha antinarco: nuevos desafíos

Ciudad de México.- La lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico ha dado un giro y presenta nuevos desafíos a la agenda bilateral con la detención de Ismael “El Mayo” Zambada, líder histórico del Cártel de Sinaloa.

Este emblemático personaje, nacido hace 76 años en una pequeña comunidad de Culiacán, Sinaloa, no encuadró en el modelo tradicional del mundo narco, donde la expectativa de vida es corta, pero intensa.

Su particular inteligencia le permitió convivir desde los años 70 con los líderes originarios del Cártel de Guadalajara que potenciaron el negocio criminal. Contemporizó con Félix Gallardo, Caro Quintero y Don Neto, en medio de pugnas por las plazas, y se enfrentó con los cárteles de Tijuana y del Golfo en busca de monopolizar los lazos con las organizaciones colombianas, cuando Pablo Escobar era la cabeza más visible, para entretejer el trasiego de cocaína y controlar el mercado al mayoreo en Estados Unidos.

Gracias a su operación de bajo perfil y a una conducta que se regía por patrones de la vieja guardia, que le permitían mantener el equilibrio y sancionar, con determinación y eficacia, cuando se requería, logró generar una base social y comprar conciencias de autoridades que permitieron sortear los operativos de la DEA, la CIA y hasta de la oficina de impuestos.

Su intuición nata también le permitió adecuarse a los tiempos y transitar de la producción y trasiego desde la mariguana y la cocaína hasta el fentanilo, incorporando la técnica al oficio. Llegó a reclutar, después de la caída del Muro de Berlín, a científicos ex soviéticos para perfeccionar el procesamiento en laboratorios inhóspitos en el Triángulo Dorado, al norte del país. Esto permitió diversificar el negocio criminal para incorporar la venta al menudeo y el lavado de dinero.

Su detención y el fin de un liderazgo de medio siglo, abre un conjunto de escenarios complejos tanto en el orden nacional como en la relación bilateral.

Su captura en Texas, independientemente de la circunstancia y si fue negociada o no, hace evidente que sus espacios de operación eran explícitos en el norte del país, por lo que la porosidad institucional queda de manifiesto en ambos lados de la frontera.

El riesgo y los desafíos para México se encuentran en que la investigación podría salpicar a no menos de nueve administraciones sexenales, considerando la actual, que se ha caracterizado por mediatizar eventos como el “Culiacanazo” o el respetuoso saludo a la mamá de uno de los socios y protegidos de Zambada: “El Chapo” Guzmán.

También hay que considerar que en plena lucha electoral, en Estados Unidos puede representar un estandarte donde los demócratas muestren a los electores que no es necesario especular con intervenciones militares para destruir laboratorios de droga, como ha expresado una y otra vez el candidato republicano Donald Trump.

No obstante, cualquiera que sea el escenario, lo que queda claro es que, como lo prueba la evidencia y el propio “Mayo” lo advertía en su icónica entrevista al periodista Scherer hace 14 años, descabezar un cártel como el de Sinaloa no es garantía de nada, pues el sucesor ya se encuentra listo para retomar el liderazgo.

Sin embargo, la detención abre la puerta tanto a purgas intestinas como a la natural ambición de otras agrupaciones que constantemente libran batallas por el control territorial.

Esto anticipa un recrudecimiento de la violencia extrema que se conjuga con los procesos de transición institucional en ambos lados de la frontera, pues las estructuras gubernamentales se encuentran más fragmentadas y débiles por el periodo “interregno” que causa un vacío de poder.

Es indispensable que de forma inmediata se establezcan acciones contingentes de alto nivel que permitan mitigar los efectos de esta detención y que, por fin, las próximas autoridades decidan hacer frente al problema de las drogas desde un enfoque de mercado, a la luz de la oferta y la demanda.

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